13 de diciembre de 2005

Pagar por vivir

Hace unos pocos años escuché decir a un pescador, ya retirado, que
cuando era joven salía de su casa por la mañana con la intención de
conseguirse la comida y el dinero para el día. Tenía pocos activos
acumulados, y vivía al día, como la mayoría de la gente de su pequeño
pueblo en la Costa Brava. Por contraste, se quejaba, ya en sus últimos
años, de que ahora casi tenía que pagar para salir a la calle. Pagaba
por todo, por el agua, por las calles, por la luz, por aparcar (zonas
azules), por sacar su dinero de un cajero, y quizás pronto, temía, por
respirar.

Bueno, mejor que nos acostumbremos a ello. En algunas comunidades del
país hace años que estamos acostumbrados a pagar por movernos en
automóvil por las escasas autopistas existentes (peajes). Ahora en
algunas ciudades pagas por aparcar en tu propia calle (zonas verdes),
algo, en mi opinión, comprensible y deseable por el exceso actual de
vehículos (a veces tres por familia) que hace inviable la movilidad y
el aparcamiento en las mismas. En Londres se instauró hace unos años
la polémica Congestion Charge, un peaje para la entrada de automóviles
en la City, lo que ha permitido, notablemente, reducir en dos años un
15% el tráfico en la misma y un incremento de la velocidad media del
22%. Y ya se está pensando ahora, en Inglaterra, en una tarifa por
circular por las carreteras del país (road pricing), de manera que
pague más quién las use con más frecuencia y duración. Algo que, creo,
hace años que existe, para regular la intensidad de tráfico, en Hong
Kong y en Singapur.

Esta última frase es la que nos debería hacer pensar: que pague quien
use. Es algo que, en principio, puede parecer lógico, hasta que
piensas si con ello no estaremos aumentando aún más la desigualdad
entre los ciudadanos, ya bastante pronunciada en muchos países
desarrollados. Quizás el ejemplo más patente sean los Estados Unidos,
descritos míticamente por generaciones como la ?tierra de las
oportunidades?. Cualquiera, nos decían, podía llegar a cumplir su
sueño (el sueño americano del hombre/mujer hechos a si mismos:
self-made (wo)man), independientemente de su origen y condición. Si
se me permite la broma, algunos lo sintetizan con la expresión de que
?en los Estados Unidos cualquiera puede llegar a ser Presidente?, lo
que, en efecto, queda demostrado viendo algunos de los que hay llegado
a serlo? Pues bien, en estos momentos, los Estados Unidos están
expulsando constantemente a millones de personas ?fuera del sistema?.

Un artículo de The Economist (Ver The Economist, 11/06/05, p46.)
señalaba, por ejemplo, que el acceso a la universidad se
correlacionaba cada vez más con la clase social: la proporción de
estudiantes procedentes de las familias de mayores ingresos, en las
universidades de élite, crece cada vez más. Sólo el 3% de los
estudiantes en las universidades más selectivas procede de la parte
inferior (último cuartil) de las escala de ingresos, y sólo el 10%
procede de la mitad inferior del total de esa escala. En otras
palabras, si la solución a la desigualdad es la educación, no se está
haciendo nada para conseguirlo, sino todo lo contrario Para acabar de
rematar la faena, los ricos se aparean con las ricas (o ricos), puesto
que la relación social que se crea en las universidades impide la
entrada a los económicamente más débiles. El resultado es una sociedad
cada vez más clasista.

Y, si las clases dominantes (los que mandan, vaya) se aparean entre
sí, y están acostumbradas a disponer de bolsillos llenos, no es
extraño que desde el poder se vea lógico que ?hay que pagar por todo?.
Menos mal que los demás tenemos una solución inmemorial: alistarse en
el pluriempleo para poder sobrevivir.

Artículo leído en Infonomía (http://www.infonomia.com)
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Un saludo
Pedro Marco

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