Hace un tiempo, en el Stanford Research Institute, pude ver una demostración por el científico Roy Kornbluh (ver idea fuerza Homo Watt) de un prototipo de robot articulado, con el aspecto de una serpiente mecánica, cuyas articulaciones no eran servomotores (ruidosos y brillantes) sino que estaban construidas de músculo artificial , una especie de polímero que cambia de forma de acuerdo con la electricidad que recibe. La ?cosa? se movía y sonaba silenciosa como una serpiente, en efecto. Su función no era menos selvática: explorar las cloacas de las ciudades en busca de averías, que podían ser arregladas a distancia, gracias a las cámaras de vídeo y brazos artificiales instalables en su ?cuerpo?. Su forma articulada resultaba, obviamente, mucho más adecuada para esta función que un objeto de movimientos rectilíneos.
Veremos muchos de este tipo de aparatos, pequeños y especializados en tareas muy concretas. Y autónomos, energéticamente y navegacionalmente (determinaran cuál es el siguiente paso a tomar de acuerdo con la situación del terreno). Un ejemplo de robot doméstico ( consumer robot) de este tipo lo tenemos ya en los aspiradores robot, aparatos que recorren autónomamente la casa en busca de polvo, que rebotan en las paredes, y que vuelven a la posición original en la que pueden conectarse al enchufe para recargar las baterías. (Ver el aspirador robot Roomba concebido y fabricado por iRobot o el Trilobite . Otro son los robots de planchado (ver Dressman de Siemens). Por no hablar de las mascotas mecánicas, como el Aibo de Sony.
En el mundo del gran consumo (detergentes, limpiadores, etc.), uno entrevé una tendencia de los fabricantes a aumentar sus márgenes a través de pequeños aparatos o gadgets (por ejemplo, vender un aparato para limpiar el coche a presión de agua combinada con jabón en lugar de vender sólo el jabón a litros, o una máquina para aplicarse el hilo dental. (P&G: el Mr.Clean AutoDry y el Oral-B Hummingbird).
El objetivo, hacernos pagar un diferencial por el cacharro, el ?gizmo?. La manera de hacerlo: vendernos pequeñas máquinas (micromáquinas) que suministren sustancias o hagan pequeños movimientos (delivery devices).
En otro orden de cosas, encontramos micromáquinas para la actividad industrial. Por ejemplo, pequeños helicópteros (como de modelismo) con cámaras para vigilar el estado de una cosecha (para tomar fotografías aéreas en diferentes zonas del espector electromagnético), o para vigilar fronteras, o el tráfico. Obviamente, lo primero que hemos visto de esto es en el campo militar: pequeños aviones o helicópteros (de unos 200 gramos de peso) que toman imágenes del campo enemigo (son tan pequeños que el enemigo ni los ve ni los detecta). Ver los UAVs ( Unmanned Aerial Vehicles) de la empresa Aerovironment, o el Steadicopter israelí.
El futuro es de todo tipo de robots, pero, a corto plazo éstos serán pequeñas máquinas especializadas ( micromáquinas), no robots con forma humanoide. A largo plazo, el futuro será de las nanomáquinas, máquinas con dimensiones en el dominio molecular o, incluso, atómico. Algún experto ha dicho que en robótica estamos hoy, comparativamente, como estaba la informática en 1978. (Sentencia de Rodney Brooks, director del Computer Science and Artificial Intelligence Laboratory del MIT, en un artículo suyo en Technology Review , Febrero de 2004, p30).
Tiempo al tiempo. El principal problema a resolver: la navegación autónoma, o sea, como la micromáquina ve por dónde va y por dónde debe ir, así como la capacidad de reacción a esas condiciones de entorno, en tiempo real.
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Un saludo
Pedro Marco
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